Legislació lingüística - cdlpv

Levante, 11.08.2004

Bienestar Social anula una adopción porque el matrimonio sólo habla bien el valenciano

La conselleria no consideró idóneos a los demandantes pese a los informes psicológicos favorables

La Conselleria de Bienestar Social considera que expresarse normalmente en valenciano invalida a una pareja para la adoptación. A Josefa Ibáñez y Rafael Espí, un matrimonio de Agullent, se les ha negado la posibilidad de adoptar a una niña China porque los futuros padres tienen «dificultades en la comprensión verbal, ya que normalmente se expresan en valenciano» y esto hace que «cuenten con pocos recursos personales para asimilar contenidos», señala el informe.

Ricard Gallego, Agullent

Estas observaciones de la funcionaria de la conselleria de Bienestar Social fueron suficientes para que el 1 de febrero de 2000, el entonces conseller Rafael Blasco, les denegara el certificado de idoneidad, requisito indispensable para iniciar los trámites de adopción. La resolución pasó por alto los informes psicológicos y sociales que consideraba apta a la pareja y el haber asistido a un cursillo preparatorio. «Desde que fuimos al cursillo nos dimos cuenta de que la monitora no nos miraba bien porque sólo nos dirigíamos a ella en valenciano», recuerda ahora Rafael. Todo se complicó a partir de entonces: «nos dijeron que teníamos que pasar más pruebas, ir a más psicólogos; no sé a cuántos sitios nos enviaron, y en todos había risitas y miradas raras, como si ya supieran quienes éramos o algo así», insiste Rafael.La única opción que les dejó la conselleria fue el recurso a los tribunales. Un juzgado emitió en primera instancia una sentencia favorable a la administración. El recurso posterior ante la Audiencia Provincial, cuyo veredicto se conoció en 2003, dio la razón a los demandantes, con lo que obtuvieron de hecho el certificado. Pero los tres años que duró la pugna judicial con la administración ha hecho que Josefa y Rafael hayan superado los 55 años, edad límite marcada por el gobierno chino para poder asumir la patria potestad de una niña del país asiático. Pese a este nuevo revés, la pareja no se hundió y con el certificado en la mano inició los trámites para adoptar un niño de Ucrania, el único país, junto a Brasil, que permite la adopción de niños por parte de matrimonios mayores de 55 años. Esperan adoptar a una niña de entre 5 y 8 años. Las maletas las tienen preparadas desde abril.

Más tarde les dijeron que podrán recoger a su futura hija en septiembre. «Tenemos muchas ganas de conocerla y traerla aquí, para que disfrute de una vida mejor», señala Josefa Ibáñez, una mujer que ha trabajado toda su vida y que desde hace unos años abandonó su empleo en una empresa textil «porque con lo que gana mi marido y lo que sacamos del campo podemos vivir bien», señala.

Su marido, Rafael Espí, trabaja para una empresa que cuida fincas agrícolas. Se casó con su actual esposa en 1977 y desde 1981 viven en una casa de campo situada a escasos tres kilómetros de Agullent. Rafael tardó 22 años en decidirse a dar el paso de la adopción. Cuenta sin ningún pudor Josefa que no ha podido tener hijos por unos problemas en los ovarios que está convencida de que se hubieran podido solventar: «ojalá hubiera continuado yendo a los médicos, porque con los avances que hay me hubiera quedado embarazada», se queja la mujer.

El matrimonio vive en una casa con dos alturas. En la planta superior es donde está preparada la habitación de la niña desde hace «tanto tiempo que ya me he cansado de arreglarla. El otro día iba a colgar las cortinas, pero me dije: hasta que no esté aquí no las pongo». Ahora sólo confía en que todo haya sido una pesadilla.